CONTAMINACIÓN

El desierto, ese extraño ámbito de la soledad, habitado por un silencio que se suspende y pesa como un presagio, escenario abierto y a la vez hostil, es el tema reincidente en estos extraños paisajes de Antonio Pimentel.

Retomando un camino comenzado hace varios lustros, Pimentel abandona aquel tono casi surrealista para cargar el sentido insinuado hacia condiciones más próximas y reconocibles.

No es el intento o la meta hacia lo poético lo que guía su propuesta, sino más bien una reflexión severa que inidica la realidad de un ambiente agredido y lacerado.


Sobre el páramo ocre o gris, densas nubes, masas gaseosas inevitables, dominan el centro de la atención con un significativo aporte de amenaza. La alusión al trastorno ambiental, a la polución integrada sólidamente al espacio, se vuelve así metáfora de inevitables peligros.

Esta imagen descriptiva y sutil no es expuesta como una narración lineal, sino es intervenida por planos transparentes que sugieren el filtro de lo observado conscientemente, con una racionalidad simbolizada por cortes y separación de planos resueltas por secciones bien determinadas. (fragmento)
Elida Román.